El diseño de interiores centrado en las personas representa una evolución significativa en el modo de concebir y realizar los espacios tanto de vida como de trabajo.
Fecha
09 septiembre 2024
El diseño de interiores centrado en las personas representa una evolución significativa en el modo de concebir y realizar los espacios tanto de vida como de trabajo.
Este enfoque pone en el centro del proceso de diseño todas las exigencias y el bienestar del ser humano, creando ambientes estéticamente agradables, pero sobre todo funcionales y en armonía con las exigencias de quienes los viven a diario.
El diseño de interiores centrado en las personas también se conoce por su nombre en inglés como human-centered interior design. Tal y como su nombre indica, consiste en tener en cuenta de manera minuciosa las exigencias físicas, psicológicas y emotivas del ser humano, para crear espacios más funcionales y cómodos.
En este contexto, los diseñadores deben tener en cuenta una amplia gama de factores que influyen en la experiencia de las personas dentro de y con los espacios. Entre estos, la ergonomía y la seguridad desempeñan un papel clave: la primera asegura que la decoración y la disposición de los ambientes se adaptan a las características físicas de los usuarios. La segunda, en cambio, previene los accidentes y favorece la creación de espacios que transmitan una sensación de protección y tranquilidad.
El bienestar psicofísico de los ocupantes está, de principio a fin, en el centro de toda decisión de diseño. Esto significa que, al diseñar, es fundamental tener en cuenta todos los aspectos que pueden tener una influencia positiva en el estado de ánimo y la salud mental, como la iluminación natural, la calidad del aire, la acústica y la presencia de elementos naturales. Además, la sostenibilidad medioambiental es otro factor que encaja a la perfección en este enfoque, fomentando el uso de materiales ecológicos y soluciones energéticamente eficientes.
Adoptar el enfoque de diseño de interiores centrado en las personas representa una evolución en el modo de concebir y realizar los espacios tanto de vida como de trabajo, si bien supone varios retos. En primer lugar, hay que comprender a fondo las exigencias y las expectativas de los usuarios finales, que pueden variar en gran medida en función de factores como la edad, las capacidades, los estilos de vida y las preferencias personales. Esto requiere un análisis y una investigación exhaustivos en las fases pre y postoperativa, que a menudo se articulan a través de entrevistas, observaciones en el campo y estudios de comportamiento.
Las necesidades y demandas humanas suelen ir más allá de los cánones dictados por los requisitos técnicos y normativos de los procesos. Los diseñadores deben, por tanto, ingeniárselas para navegar entre los reglamentos de construcción y las normas de seguridad, al intentar crear espacios que respondan de forma genuina a las exigencias de los usuarios. Este equilibrio requiere capacidad de escucha, creatividad y flexibilidad en cada etapa del diseño.
El enfoque del diseño de interiores centrado en las personas, pese a los retos que comporta, tiene el poder de transformar radicalmente la calidad de vida y el bienestar de las personas. Crear servicios que respondan de forma concreta a las exigencias físicas y psicológicas de los usuarios, en contextos tanto materiales como digitales, representa una oportunidad única para promover la salud física y mental, reducir el estrés y aumentar el confort y la productividad.
Además de favorecer el bienestar individual, el diseño centrado en las personas promueve activamente la inclusión y la accesibilidad. Si en la fase de diseño se tienen en cuenta las distintas capacidades y las necesidades especiales, se pueden crear ambientes más equitativos y acogedores para todos. Este enfoque no solo mejora la vida de las personas con discapacidad, sino que además hace que los espacios sean más versátiles y se adapten mejor a las distintas etapas de la vida de cada usuario.
Desde el punto de vista del mercado, en cambio, la adopción de este enfoque ofrece una ventaja competitiva importante. Las empresas y los profesionales especializados en diseño centrado en las personas pueden destacar ofreciendo soluciones personalizadas y atentas a las exigencias específicas de los usuarios. Esta atención al detalle y a la personalización se traduce en una mayor satisfacción del cliente, lo que crea un valor añadido que diferencia a estos profesionales de sus competidores.
En línea con esta filosofía de diseño atento a las exigencias humanas, el IED se compromete a integrar el enfoque centrado en las personas en sus actividades diarias. Un ejemplo concreto es el proyecto «OLTRE», desarrollado por los estudiantes de la licenciatura en Diseño de Interiores. Este proyecto ha transformado el Hotel San Paolo en un «smArt» Hotel, concebido como centro creativo y de encuentro para artistas y pensadores. «OLTRE» encarna los principios del diseño centrado en las personas y ofrece una experiencia de hospitalidad multisensorial que estimula nuevas experiencias y fomenta la interacción social.
Entre los principios clave que han determinado el éxito de proyectos como estos, figuran:
- La participación del usuario final en el proceso de diseño a través de consultas y pruebas.
- La creación de espacios flexibles que puedan adaptarse a distintas necesidades y actividades.
- La atención a los detalles que influyen en el confort y el bienestar, como la iluminación y la acústica.
- La integración de la tecnología de forma intuitiva y no invasiva.
El enfoque del diseño de interiores centrado en las personas requiere una formación multidisciplinaria que va más allá de las competencias tradicionales del diseño. Los profesionales de este campo deben integrar conocimientos de ergonomía, psicología ambiental y ciencias sociales para analizar y comprender exhaustivamente la forma en la que el ser humano interactúa con los espacios que lo rodean.
Las competencias transversales son igualmente demandadas. La empatía es un aspecto fundamental para comprender realmente las necesidades de las personas, mientras que la capacidad de resolución de problemas permite encontrar soluciones creativas que equilibren estética y funcionalidad. Además, la capacidad de trabajar en equipos multidisciplinarios es importante, puesto que este enfoque a menudo requiere la colaboración con expertos de distintas disciplinas.
La esencia del profesional en este campo reside, en definitiva, en su capacidad de descifrar las necesidades del usuario, analizar datos complejos y traducirlos en soluciones innovadoras. Esta capacidad de combinar funcionalidad y estética confiere al diseño centrado en las personas un carácter único, estimulante y gratificante.
Para quienes desean especializarse en este campo, el IED ofrece oportunidades educativas de vanguardia, con licenciaturas y másteres que proporcionan una formación completa y práctica en el ámbito del diseño de interiores. Descubre aquí todos los cursos