El futuro de la moda: retos y oportunidades en la dimensión global, digital y social. La sostenibilidad como faro de una industria creativa y regeneradora.
Fecha
25 septiembre 2018
El futuro de la moda: retos y oportunidades en la dimensión global, digital y social. La sostenibilidad como faro de una industria creativa y regeneradora.
Dentro de las sociedades desarrolladas el papel de la moda ha sido a lo largo del tiempo un eje primordial. Nos servimos de ella para comunicar y en ella, como sociólogos, podemos leer y tomar el pulso de una época. Como mantiene Barthes en El sistema de la moda y otros escritos: “el vestido concierne a toda la persona (...) así como a las relaciones del cuerpo con la sociedad”.
Hemos querido charlar sobre el futuro de la moda en su dimensión social con los expertos, analistas y profesionales del sector que desarrollan su labor en nuestras diferentes sedes. De ahí hemos extraído diversas conclusiones interesantes y hemos podido perfilar un futuro cargado de desafíos para estudiantes e insiders del sector.
La dimensión global y digital
Comenzamos hablando de la actualidad del sector, como bien apunta Pilar Pasamontes en este sentido: “el presente y el futuro de la moda en este momento son prácticamente lo mismo, estamos en manos de los países asiáticos, tanto en fabricación obviamente como en cuanto a poder económico, con una cultura de gasto excesivo que marca las tendencias de la pasarela, imponiendo un gusto que tal vez no es el que querríamos tener todos. Esto es un problema grave, por el cual observamos una separación creciente entre las clases sociales, y este es un claro retroceso”.
En un mundo global y gracias a los nuevos canales de comunicación, moda y tendencias se vuelven democráticas, una situación que debería traducirse como una inclusión y una forma de desdibujar los diversos estratos sociales. Sin embargo, para que esto sea así (y cada vez más personas tengan acceso a la moda con independencia de su posición económica), es necesario deslocalizar la producción y de esta manera seguir perpetuando la desigualdad. De esta paradoja surge la importancia de poner el foco en la forma de producción que más adelante trataremos.
En este momento de efervescencia digital observamos más que nunca la impronta de los deseos del consumidor a la hora de afrontar el diseño de producto. El ejemplo más claro podríamos tenerlo en la estrategia de grandes firmas del lujo como Gucci, que ha experimentado un gran crecimiento en sus ventas, un 49% más en el primer trimestre de este año, gracias a introducir directamente a un grupo de millenials en su comité de empresa. Ellos se encargan de desvelar lo que les gusta y lo que no, lo que funciona, lo que impacta; es decir, es el cliente el que dicta lo que quiere y la empresa se amolda a ello en lugar de lanzar propuestas y que estas sean asumidas por el consumidor. Al respecto, Julia Weems señala que en el futuro “la creación de una gran firma como las que todos conocemos ya no va a ser posible. Incluso muchas de las grandes casas irán cerrando”.
Esta coyuntura también ofrece grandes oportunidades, Julia apunta lo siguiente: “estamos en un momento de transición en el que hay parte del público que quiere algo más auténtico, más creativo y creo que con Internet, con Instagram y con todo lo que ello conlleva, la promoción de la moda se vuelve más democrática. Estamos en un momento en el que se puede ir por dos caminos y espero que las derivas nos lleven por el camino de lo artístico, la artesanía, lo manual. Veremos hacia dónde vamos”. Pilar habla de una nueva forma de consumir exclusividad gracias a esta forma de comprar asociada a las conocidas redes sociales: “ahora con el fenómeno Instagram se están comprando cosas muy pequeñas que no son piezas repetidas hasta la saciedad, no están hechas en serie, lo cual les da un punto de exclusividad a un precio asequible. Esa compra es mucho más agradable que optar por algo más caro y que además todo el mundo lleva”.
La demanda social de sostenibilidad
Hace algunos años empezamos a hablar dentro del sector de la reeducación del consumidor. Gracias a esta labor, actualmente la percepción social de modelos productivos que no son respetuosos con el medio ambiente o con las personas que producen las prendas se ha vuelto un punto sensible a tratar y a tener en cuenta. Sara Maino tiene claro que este es uno de los desafíos más importantes en el futuro: “las grandes empresas deben aceptar el hecho de que, en cualquier caso, la producción de vestidos y accesorios debe ser realizada del modo más sostenible. Esto debe ser aceptado en la moda y enseñarlo a la nueva generación de diseñadores, para que actuar respetando el medio ambiente no sea algo excepcional, sino un procedimiento natural y cotidiano”.
Alberico Guerzoni coincide con esta forma de ver el futuro: “ya desde hace tiempo el discurso de la sostenibilidad está muy presente en moda, porque la nuestra es una de las industrias más contaminantes. Por ello, la sostenibilidad debe ser un faro que nos guíe. Se debe hablar, por tanto, no solo de sostenibilidad en términos de reciclaje, que es la superficie de este tema, sino también de pensamiento sostenible, de sostenibilidad también como algo esencial en la educación, algo pues que esté en la base de nuestro pensamiento”.
Esta transformación será lenta y costosa, lo que hoy es excepcional debe volverse la norma y la forma de proceder de las grandes empresas. Por muy compleja que sea la transformación del modelo actual, las cifras hablan y de manera creciente: el consumidor castiga a las empresas que no trabajan de una manera ética o sostenible. Eleonora Fiorani hace una matización sobre las diversas interpretaciones de la sostenibilidad: “no hablamos de una sostenibilidad conjugada en el ámbito del pauperismo, sino una sostenibilidad entendida como el uso sostenible, por tanto, una sostenibilidad declinada en el ámbito del glamour y una sostenibilidad que concierne tanto al proyecto como a la comunicación, al retail y también a la sostenibilidad social, es decir, a las condiciones de trabajo, que hoy es un aspecto muy importante, ya que gran parte de la producción está deslocalizada en países pobres. Esto es importante pensando en el trabajador y en la misma acción de compartir recursos y procesos, más allá de las condiciones de trabajo, siendo en el ámbito de la moda uno de los que más han evidenciado este problema”.
Grandes empresas de fast fashion ya han comenzado a transitar esta senda. El ejemplo de H&M es uno de los más paradigmáticos: a lo largo del año 2017 los materiales reciclados u otros materiales de origen sostenible representaron el 35 % del uso total del material de la empresa, y pretenden ir incrementando gradualmente este porcentaje hasta llegar a la producción exclusivamente sostenible en el año 2030.
Oportunidades y retos en el futuro
En este punto volvemos a evaluar la complejidad de los pasos futuros: el consumidor es crítico con los sistemas productivos de impacto medioambiental, el sector necesita fijarse en modelos de negocio basados en la economía circular, intentando lanzar menos producto y reutilizando materia ya existente, pero el ritmo de consumo no debe decaer. Compatibilizar estos factores implica la creación de nuevas dinámicas, y tal vez desafíos que tengan que ver con un nuevo planteamiento del consumo de moda.
Los jóvenes diseñadores tienen mucho que decir en este aspecto, pues ellos pueden optar por modelos menos ambiciosos, pero socialmente responsables. Julia Weems observa que “las oportunidades para un joven diseñador pasan por crear una firma pequeña, con una pequeña producción y promoción online, con esto puedes acceder a todo el mundo, algo que antes no era posible. Se puede sobrevivir de manera viable con una pequeña producción”.
El desarrollo tecnológico será una pieza clave dentro del futuro de la moda, el acceso creciente a la tecnología 3D podría aportar una alternativa a la deslocalización de la producción. El citado desarrollo unido al creciente auge de la artesanía serían dos de los puntos claves para dibujar un futuro que podría incluso contemplar nuevas líneas de negocio como el lujo ético. El proyecto Las Manuelas, creado por Isabel Berz, directora de IED REC, sería un clarísimo ejemplo de este tipo de organización, generando producto de lujo fabricado en condiciones socialmente responsables y con materias primas sostenibles.
Alberico Guerzoni lo expresa claramente: “el futuro de la moda se deberá basar en dos aspectos: la investigación, que deberá ser tecnológica y conceptual, y la artesanía. Una bellísima publicación de Stefano Miceli, Futuro artigiano, explica precisamente cómo el futuro es artesano, no en el sentido de redescubrir antiguos procesos artesanos, sino en el de potenciar el desarrollo de la artesanía como pensamiento concreto de construcción; una construcción que debe considerar la artesanía tradicional, la alta artesanía y la sostenibilidad para pasar a pactos concretos”.
Como conclusión final y haciendo un pronóstico sin duda deseable, Yamê Reis sentencia: “en el futuro existe una oportunidad para que la moda se convierta en un agente de transformación social y una industria creativa y regeneradora para todas las ciudades”. Esperemos que esta sea la deriva que cuestione el papel de una industria llena de posibilidades para obrar cambios en la organización social y que, amparándose en la sostenibilidad y la responsabilidad medioambiental, logremos modelos alternativos e integradores. El futuro ya está aquí y toda la nuestra comunidad va a formar parte activa de él.
Autora: Rosa Moreno Laorga
Foto: Demis Crudeli y Giulia Torra