Ser nómadas en nuestro tiempo global: el desafío de educar a las nuevas generaciones
Fecha
01 julio 2019
Ser nómadas en nuestro tiempo global: el desafío de educar a las nuevas generaciones
Limitar nuestra acción a un único lugar no corresponde a una época global y donde todo cambia sin cesar. De hecho, el desafío es dominar este mundo simultáneo e inestable, donde no hay refugio del mundo exterior sino solo una asombrosa intemperie, que puede ser tan hostil como extraordinario campo de posibilidades. En este contexto, ¿no será coherente convertirse en nómadas una vez que sabemos que no hay morada ni certezas para siempre?
En efecto, en este momento donde casi todo se convierte en un continuo proceso, la metáfora del viaje es una de las más poderosas para explicar los tiempos que corren, sobre todo si nos entregamos –como señala Magris en su Danubio– a “la imprevisibilidad del viaje, la confusión y la dispersión de los caminos, el azar de las paradas, la incertidumbre de las noches, la asimetría de todos los recorridos”, asumiendo la propia condición de viajeros y experimentadores.
Pero el nómada ha de ser consciente de la velocidad que se ha impuesto en nuestra cotidianidad, convertida ya en el verdadero signo de nuestra época. Así lo entendieron corrientes artísticas como el Futurismo, que apreciaban el relámpago de la técnica mientras cantaban al coche de carreras (All’Automobile da corsa), como ejemplificó Marinetti, entregado al torbellino impetuoso de su movimiento.
No es de extrañar entonces que el automóvil haya sido uno de los objetos de deseo de muchos diseñadores. Hoy vamos más allá de este epicentro que es el automóvil, considerando la movilidad como un conjunto de factores vinculados al hacer ciudad y a desarrollar nuestra vida en diferentes lugares, es decir, ligado a nuestras costumbres y a la interacción con nuestro entorno.
Una forma de mostrar este campo de proyectos tan seductor y reflexionar sobre la evolución sufrida en estos años nos la brinda la celebración del 30º aniversario de la sede de Turín en el Museo Nacional del Automóvil, entre cuyas excelencias siempre ha estado presente el universo del Transportation. Momentos como este sirven para hacer balance y ver, en perspectiva, la cultura del proyecto en su conjunto a lo largo de estos años. Al llevarlo a cabo, no podemos más que sentir orgullo, pero también conviene analizar de forma crítica la realidad en la cual se desarrolla.
Más allá de la fascinación por el progreso, este también posee caras ocultas, como la contaminación medioambiental, lo que nos lleva a pensar sin descanso las premisas de nuestro “hacer”. Siendo así, desde una institución que se dedicada a guiar a las nuevas generaciones, se vuelve fundamental preguntarnos por el significado de “educar”, que va más allá de ese “dar forma”, convirtiéndose en una disposición cívica, ética, que nos debería conducir hacia una convivencia más armónica, imaginando el futuro desde la honestidad de un oficio que amamos, investigando siempre nuevas vías de creación y de estar en el mundo.
¿Por qué no hacerlo desde el nomadismo? Parece coherente, especialmente si queremos alejarnos de ilusorios universalismos y convenciones tradicionales, en un momento histórico en el que muchos parecen empeñados en alzar fronteras más que en crear puentes que permitan que nos comuniquemos de forma más asidua y colaborativa.